yinguelbels.

15 de diciembre.

–          ¡Cacho, traeme un mate que me atoré con un bizcochito!

El grito de la Coca resuena en todo el local de quiniela, desierto todavía a esa hora de la mañana.

El arrastrar de las pantuflas de Cacho se aproxima por el pasillo que conecta el negocio con la casa.

–          ¡Dale, che, que me ahogo!

–          Ya va, ya va. No voy a tener esa suerte… – dice en voz baja Cacho mientras corre la cortina de caña.

–          ¿Qué decís, desgraciado?

–          Nada, nada. Tomá.

Le extiende el mate a su mujer que está subida a un banquito al lado de la salida, instalando un llamador electrónico.

–          ¿Qué hacés?

Ella le devuelve el mate y no le responde.

–          Pará que te muestro… ya.

Cuando se baja del banquito éste se balancea y por un momento parece que va a terminar en el piso, patas para arriba, mostrando el bombachón que lleva debajo del vestido que se le pega en la espalda, producto de trabajar en el calor intenso que amenaza con derretir las veredas.

Coca se abanica con la mano y resopla. Corre el banquito y abre la puerta de vidrio. El aire se llena de una melodía aguda y molesta. Cacho frunce el ceño.

–          La la la – la la la… lala-lala-laaaa – Coca mueve el índice rechoncho al ritmo de la cabeza.

–          ¿Qué mierda es eso?

–          ¡Yinguelbels, viejo! Lo compré en los coreanos de acá a la vuelta, ¿te gusta?

–          No, ¿como me va a gustar? Es una porquería.

–          No es una porquería, es márquetin, Cacho.

–          ¡Bah! Vos y esas boludeces que ves en la televisión…

Cacho se sirve otro mate y camina hacia atrás del mostrador, enciende la radio y se sienta en la silla alta que tiene para evitar que se le acentúe la flebitis.

–          Ahora cada vez que entre o salga alguien vamos a escuchar esa musiquita de mierda, qué suplicio madre mía…

–          Es para acompañar el espíritu festivo de la época, viejo. Es una atención a los clientes, para que vean que hacemos cambios según la temporada. Sino está todo siempre igual acá.

–          Suficiente espíritu festivo tenemos ya, mandé a hacer los almanaques de año nuevo para repartir como me pediste y todo. Ni que fuéramos un shopin.

–          ¿Sabés cuál es tu problema?

Cacho, que se ve venir el ataque que ya conoce de memoria, abre la registradora y se concentra en contar billetes. Coca se va hasta detrás del mostrador y se para al lado de su marido.

–          Yo te voy a decir cuál es tu problema. Tu problema es que no tenés visión de negocios. No sabés cómo hacer para atraer clientela, por eso son siempre los mismos los que vienen, esos viejos recalcitrantes que se quedan acá una hora y no compran nada o compran algún billetito por dos mangos. Por eso nunca salimos de pobres nosotros y seguimos en éste local de mierda. Si no fuera por la nena, no sé dónde estaríamos.

–          ¡Acá estaríamos, dónde vamos a estar! – Cacho hace grandes círculos con las manos, como queriendo abarcar todo el espacio que lo rodea.

–          Bajame el tono viejo eh, que son las ocho de la mañana y no estoy para escucharte gritar.

–          Vos sos una desagradecida, eso pasa, te olvidás que éste local de mierda como lo llamás les dio de comer a vos y a la nena durante treinta años ¡Treinta años! Pero no, ella se queja, total es gratis.

–          … Y andás con esa camiseta roñosa de acá para allá. Decime vos qué te cuesta vestirte decentemente.

–          Bueno, disculpe la condesa. Si no fueras una vaga que lava cuando se le canta, yo tendría la camiseta limpia y chau picho eh.

Coca levanta la mano.

–          No quiero discutir, la camiseta te la podés lavar vos, que yo no soy tu sirvienta. Lo que trato de decirte es que como socia de “La gallinita de la suerte” decidí que es hora de cambiar algunas cosas. Así que de ahora en más yo me voy a ocupar de la imagen de la empresa.

–          ¿Cuál empresa? ¿De qué estás hablando? ¿Vos estuviste chupando?

–          Ésta empresa, Cacho. De aquí en más voy a ser la erre erre pé pé.

–          Yo no te entiendo nada de lo que estás diciendo. Me voy para adentro a calentar más agua. Y a ver si apagás el aparato ése

–          Llamador electrónico se llama.

–          Lo que sea, apagalo. Me deprime esa cancioncita.

Cacho se aleja hacia la casa, oliéndose discretamente los sobacos para constatar que su camiseta está limpia. Coca suspira y mira a su alrededor. Toma una bolsa de abajo del mostrador y saca luces que va colgando de las paredes, rodeando los carteles de significados de los sueños y en la vidriera. Hace lo mismo con varias guirnaldas de colores.

Cacho regresa con la pava y se queda parado detrás de la cortina con la boca abierta.

–          ¿Qué estás haciendo, vieja? ¿te volviste loca? ¿qué es este cocoliche?

–          Ya te expliqué. No me hagas repetirte las cosas que sabés que me molesta.

La melodía del llamador repica sobre las últimas palabras de Coca.

–          Ah, llegó el muchacho de la casa de cotillón.

–          Pe-pero…

–          Pasame 100 pesos, hacé el favor.

Cacho mira al adolescente lleno de granos que carga una bolsa enorme en la espalda.

–          ¿Señora Paluffi?

–          Si, soy yo, ya te pago.

El chico deja la bolsa en el piso, en medio del local. Coca le entrega 100 pesos y el chico se los guarda en el bolsillo. Al salir, tararea bajito.

–          Yinguelbels, yinguelbels, yinguel ol de ueeei…

Coca mira a Cacho triunfante, con el pecho de paloma inflado y los ojos brillosos. Cacho sacude la cabeza, derrotado.

–          Vení para acá un minutito.

–          ¿Ahora qué?

Coca le coloca un gorro de Papá Noel que extrae de la bolsa recién entregada.

–          Ah, no, vos querés que me tomen de punto, me querés hacer quedar como un pelotudo…

–          Pero no, si yo tengo el mío.

Coca se coloca el gorro rojo.

–          Y hay 98 más en la bolsa – abre la bolsa y Cacho ve la pila de gorros que se acumula en el fondo.

–          ¿Y para qué los queremos?

–          Los vamos a regalar. Mirá:

Coca va para el fondo y vuelve con una cartulina escrita con fibrón negro. Se la muestra a Cacho.

LA GALLINITA DE LA SUERTE
LE DESEA FELIZ NAVIDAD
Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO
Con su compra de más de veinte pesos
llévese un gorro navideño DE REGALO!!!!

–          Márquetin, viejo, ¿entendés ahora?

Coca cuelga el cartel en la vidriera. Sale a la vereda para observar si quedó derecho. Asiente con la cabeza, cruzada de brazos, satisfecha. Saluda a Doña Esperanza, la vecina de la otra cuadra, que se detiene a conversar con ella sin dejar de mirar al pompón blanco que se balancea de aquí para allá. Cacho ve como su esposa señala hacia el interior. Doña Esperanza lo ve, parado con la boca abierta, sosteniendo el mate y la pava. El gorro que casi le tapa un ojo. Se lo quita furioso.

*****

22 de diciembre

La Gallinita de la Suerte está repleta. Niños con sus padres entran y salen con sus gorros navideños. La música del llamador suena en forma casi incesante.

Cacho está vendiendo un billete del Gordo de Navidad a la hija menor de los Coranzo, que tiene a su hijito de dos años a upa. Mientras Cacho cobra, el nene estira la mano y juega con la borla blanca que se sacude al lado de su oreja. Cacho  – que viste una camisa celeste – le sonríe desganado.

–          Qué rico tu nene.

Coca se aproxima a ellos con una bolsa de caramelos en la mano.

–          Una hermosura, propiamente. Se parece a vos de chiquita, nena. Tomá mi amor, tomá un caramelito, adelanto del regalo de navidad.

El nene toma el caramelo y lo abre, se lo mete en la boca, los mastica un poco y se lo saca con cara de asco. Intenta dárselo a la madre, pero ella está distraída charlando con Coca. Al no saber qué hacer con el dulce, lo tira adentro del mate y le sonríe a Cacho esperando que le festeje la gracia. Cacho está lívido. Su atención se ve desviada por Ñata, la vieja de la dietética de la vuelta, que se le acerca con disimulo, estrujando nerviosamente el gorro rojo entre las manos.

–          Pst, Don Cacho…

–          Diga Ñata.

–          Le hago una consultita, si yo sueño con un perro con la cara de Raphael que me quiere violar, ¿a qué número le tengo que jugar?

–          Esteee, no sé, Ñata, mire, ahí está el cartel, va y se fija ahí, ¿le parece?

–          Me fijé, pero no dice nada de un perro con la cara de Raphael.

Cacho ve a los chicos de Osvaldito, esos dos demonios, abriendo y cerrando la puerta del local. Como desde dentro de una burbuja escucha la melodia que empieza, se corta, vuelve a empezar una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…

–          Ah, tenía un coso enorme el perro, no sé si por ahí…

–          ¡COCA!

Se hace silencio en el local. Todos miran a Cacho, que se quita el gorro y se pasa la mano por la calva transpirada. El nieto de Coranzo comienza a hacer pucheros. Coca le dirige a su marido una mirada fulminante.

–          ¡Pero sos bruto, che! Mirá como lo ponés al nene…

–          Coca, tenemos que hablar – el tono de Cacho es tan desesperado que Coca lo mira con atención.

–          Estás pálido, viejo, ¿te sentís bien?

Cacho le hace señas con la cabeza para que lo siga detrás de la cortina de caña. Coca le sonríe a la hija de los Coranzo y sigue a su marido. El bullicio vuelve a empezar en el interior del comercio.

–          ¿Qué pasa?

–          ¿No notás nada raro ahí adentro?

Coca asoma la cabeza por la cortina. Es un mundo de gente, todos con gorros y chicos. Los hijos de Osvaldito siguen dale que dale con la puerta. En un rincón, Osvaldito charla sobre la última fecha del campeonato con el Negro Figueras, que lleva a su hija sobre los hombros, mientras ésta arranca con sus manitos partes de un póster de River del año ’97 que cuelga de lo más alto de la pared. Diez personas más hacen cola esperando su turno para comprar su billete. Al lado del cartel del significado de los sueños, que Ñata está leyendo con atención, deslizando el dedo por cada uno de los números, cuelga otra cartulina escrita con fibrón.

CON LA COMPRA DEL BILLETE DEL GORDO DE NAVIDAD
PARTICIPE DEL GRAN SORTEO: UN TRAJE DE PAPANOEL
ALÉGRELE LA NOCHEBUENA A SU FAMILIA
CON LA GALLINITA DE LA SUERTE!!!!!
(Coca Paluffi – Márquetin y Public Relaitions – RRPP)

Coca se encoge de hombros.

–          Yo veo todo bien.

–          ¿Ah sí? Decime, ¿dónde está Don Tito? ¿Y Enrique? ¿Los ves?

Ella niega con la cabeza.

–          ¿Y el Charly? ¿eh? ¿lo ves al Charly? ¿O Ricardo?

–          No te entiendo, ¿qué problema tenés?

Cacho baja la vista, apesadumbrado. Cuando vuelve a mirar a Coca, ella se asusta: tiene los ojos llenos de lágrimas.

–          A mi me gustan las cosas como estaban, las cosas como estaban eran buenas… yo estoy grande, Coca, ¿sabés? No sé cuántos años de vida me quedan.

–          Ay Cacho, no seas lechuzón, dejate de joder, mirá las cosas que decís en éstas fechas de fiesta y felicidad.

–          ¿¿Felicidad para quién?? – Cacho levanta tanto el tono que Ñata se acerca a la cortina discretamente para escuchar del otro lado.

–          ¡SSSHHHHH! Che, que te van a escuchar adentro, hay que mantener una imagen.

–          ¡¡¡¡YO NO QUIERO MANTENER UNA IMAGEN. YO QUIERO ESTAR EN MI NEGOCIO EN CAMISETA TOMANDO MATE Y HABLANDO DE FUTBOL CON DON TITO Y ENRIQUE Y CHARLY Y EL RESTO DE LOS MUCHACHOS!!!!

Ahora sí. Hasta los hijos de Osvaldito dejan de jugar con el llamador. Todos miran la escena que se adivina detrás de las cañas.

–          Papi, el señor está gritando ¿Por qué está gritando el señor? – la hija del Negro Figueras, con su vocecita finita, pone en palabras lo que están pensando todos los clientes.

Cacho sale con Coca detrás, que trata de abarajarlo para que no siga arruinando la venta del día y su reputación en el barrio.

–          Yo te voy a explicar, nena ¿A vos te gustaría que yo fuera a tu jardín de infantes y me pusiera a jugar con los autitos y las muñequitas y corriera por toda la salita con mis amiguitos y te destrozara los carteles y te tirara caramelitos adentro del café con leche?

El Negro Figueras asegura a su hija sobre sus hombros, como si tuviera miedo de que Cacho se la fuera a quitar. La nena niega en silencio.

Sin solución de continuidad, Cacho baja la mirada y la deja a la altura del Negro Figueras.

–          Y vos dejá de hablar boludeces, el campeonato lo ganaron porque coimearon al referí, muertos, pechofríos…

El Negro Figueras, que es considerablemente más joven, alto y robusto que Cacho, baja a su hija, preparándose para pelear. Pero se oye un sonido a espaldas de Cacho y éste gira. Descubre a la hija de Coranzo, que se está deslizando hacia la salida. La detiene con voz de mando.

–          Vos.

La hija de Coranzo frena y se aplasta contra el mostrador.

–          Coca, dame un caramelo.

–          No.

–          DAME UN CARAMELO, COCA.

Coca mete la mano en la bolsa y le da un caramelo a Cacho, que lo abre, se lo mete en la boca, lo mastica y ante el estupor general se lo pone en la mano a la joven. La voz indignada de Ñata es la única defensa que se escucha.

–          ¡Qué hace, asqueroso!

–          ¡Usté se calla, vieja zoofílica! – Ñata retrocede y Cacho mira al nene, que tiene la boca pegajosa, y a la madre que no atina tirar el dulce al piso – Tu hijo es un maleducado y tiene la manía de tirar caramelos masticados por todas partes. Antes de ayer casi me rompo el alma porque tiró uno en el piso y yo no lo ví. ¿Y saben por qué no lo vi?…

La gente lo mira en silencio. Coca esconde la cabeza entre las manos, cuidándose de dejar los ojos destapados para no perderse la escena.

–          ¡Por culpa de este gorro de mierda, que me hace transpirar y me nubla la vista!

Arroja el gorro al piso enfurecido y empieza a saltarle encima, como si pudiera matar en ese acto a todos los papa noel, a todas las navidades ruidosas. Cuando se detiene agitado, los señala a todos con el dedo, acusador.

–          Por todo eso grito, por todo eso. Hace una semana que esto es un infierno para mí. Qué navidades ni qué ocho cuartos…

Entonces sucede la tragedia. Uno de los hijos de Osvaldito, que ha quedado paralizado, con la mano en la puerta de vidrio, la suelta. La irritante tonada es la gota que derrama el vaso.

Antes de que Coca, cuya expresión va más allá del bochorno, pueda hacer algo, Cacho toma un escobillón que tiene a mano. Todos, su esposa incluída, amagan tirarse al piso pero él va derecho a la puerta y de un golpe certero parte el llamador a la mitad. Caen al piso como copos de nieve los pedazos de plástico blanco. La musiquita se va desvaneciendo en el aire que se puede cortar con tijera.

–          ¡¡¡NOOOOOOO!!!

El alarido de Coca es desgarrador. Se acerca a la puerta y se agacha a juntar los trocitos caídos.

–          ¡Nos vas a arruinar, energúmeno! ¡Me voy a tener que mudar!

Cacho se dirige hacia dentro desabrochándose la camisa y dejando ver, debajo, la camiseta de siempre. Antes de salir se da vuelta una vez más.

–          Yinguelbel y la puta que lo parió.

Tira la camisa al piso y desaparece tras la cortina.

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Como con el viento y las escaleras, varios blogueros hemos decidido festejar las fiestas de esta manera particular, publicando relatos alegóricos, por iniciativa de anne fatosme, quien realizó la convocatoria. Estos son los demás cuentos, pasen, lean, disfruten, y felicidades para todos de parte de Cacho, Coca y La Gallinita de la suerte:

– Cuento chino: Tres pollos y un lechón (una historia de navidad)

– Y después si te enojás sos una loca: La navidad del coronel

– Anne Fatosme, Blog de relatos: Noche no tan buena

– Eduardo Blanco: Cuento de Navidad improvisado

– Arma de Casa: Un pálpito en los dedos

– Desde tu ventana: Ventana de navidad

– Charradetas: Oro, incienso y… mirra

– Chrieseli: Cena para una noche buena

– Blog de sendero: Galletas de Navidad

– Concha Huerta: Mi regalo de Navidad

– Pipermenta: Fantasía de Navidad

– Testigo: Navidad a dos voces

– Micromios: Mi papá noel

– Zambullida: Destino

 

 

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  1. #1 por rubengarcia el diciembre 17, 2010 - 1:37

    Es largo el texto, pero a medida que uno conoce el contexto y los actores sigue uno la historia con interés. Los dialogos enriquecen y lo demás un buen aperitivo. Un abrazo Rub

    • #2 por g. el diciembre 17, 2010 - 15:05

      gracias rub, bienvenido al blog.
      abrazo!

  2. #3 por micromios el diciembre 17, 2010 - 3:52

    Muy buen relato gabi, es más me he reido a gusto mientras imaginaba la escena y los personajes. Me quedo con la filosofía de Cacho, aunque tenga la camiseta sudada y su espíritu navideño esté por los suelos.
    Salut

    • #4 por g. el diciembre 17, 2010 - 15:05

      si, pobre Cacho, es un hombre contra el sistema. todo un revolucionario, en esas circunstancias.
      abrazo.

  3. #5 por pipermenta el diciembre 17, 2010 - 8:45

    ¡Bien por estos cuentos diferentes y nada convencionales! Divertido y ameno.
    ¡Feliz navidad a todos! Jo,jo,jo

    • #6 por g. el diciembre 17, 2010 - 15:06

      gracias piper! fue divertido escribirlo.
      abrazo y feliz navidad para vos también.

  4. #7 por Vi el diciembre 17, 2010 - 9:19

    Me encantó!, dan ganas de quedarse en el negocio ese y seguir escuchando los diálogos de Cacho y Coca, que no tienen desperdicio. Y coincido con el comentario anterior, me quedo con la filosofía de Cacho, pero también rescato el ánimo de Coca, esa necesidad femenina de querer cambiar las cosas y la fuerza para llevarlo adelante. Muy bueno. Me reí mucho!
    Abrazo

    • #8 por g. el diciembre 17, 2010 - 15:07

      ah si, coca te lleva adelante y te lleva por delante. asi les va, pobres.
      abrazo, vi, y sos bienvenida a sumarte a la iniciativa navideña con un relato de tu autoria.

  5. #9 por chrieseli el diciembre 17, 2010 - 11:03

    B U E N I S I M O!!!. Aplaudo de pié, mientras aún me estrujo de la risa. De dónde sacas a esos personajes??? Muy bueno, linda, muy bueno.
    Muchas felicidades para todos esos Cachos y Cocas y para ti Gabi y para Max igual

    • #10 por g. el diciembre 17, 2010 - 15:08

      no se, a veces cierro los ojos y ahi están, pidiendo pista para salir al ruedo, me gusta pensar que tengo algo asi como un banco de suplentes en la cabeza, que se sacan los ojos por entrar a la cancha.
      me alegro de que te haya divertido, a mi me divirtió mucho escribirlo.
      abrazo,

  6. #11 por Concha Huerta el diciembre 17, 2010 - 11:57

    Menudo desbarajuste que ha montado esta pobre mujer en aras del «marquetin». Parece una escena de una peli de los hermanos Marx. Muy divertido. Un abrazo y feliz Navidad para ti también.

    • #12 por g. el diciembre 17, 2010 - 15:09

      me queda enorme la comparacion, que más quisiera yo que parecerme en algo a los hermanos marx…
      estoy segura de que coca no bajará los brazos y seguirá insistiendo con el marquetin y su importancia, porque si algo es, es terca.
      abrazo, concha, y felicidades.

  7. #13 por Ernesto el diciembre 17, 2010 - 18:46

    ¡Genial! Como dice Rubén, a pesar de su extensión has conseguido meternos en el ambiente, que personalmente he vivido como si estuviera en un rinconcito del local. Estupenfa galería
    de personajes (me declaro fiel seguidor de Cacho) y unos diálogos que atrapan. Me ha encantado el relato.

    Un abrazo

    • #14 por g. el diciembre 17, 2010 - 18:48

      gracias ernesto, yo creo que tambien empatice mas con el pobre cacho y su desesperacion ante la invasion de las navidades, por eso la mayoria tomamos partido por el.
      un abrazo, y bienvenido!

  8. #15 por Vi el diciembre 17, 2010 - 22:47

    Buenísimo!, exprimiré mi cerebro (intentando dejar de lado mi actitud Cacho), para hacerlo cuanto antes.
    Abrazo

    • #16 por g. el diciembre 17, 2010 - 23:49

      dale, avisa asi te leemos y te sumamos al listado.
      abrazo

  9. #17 por annefatosme el diciembre 18, 2010 - 5:56

    Muy, muy divertido! Me lo he pasado fenomenal leyendo tu texto, Cacho es genial y Coca con su espíritu empresarial me ha caído fenomenal! Alegría, alegría!
    Un abrazo, y muy muy feliz navidad sin yinguelbels!

    • #18 por g. el diciembre 18, 2010 - 11:22

      cacho tiene algunos problemas de ira, o stress, pero si, es genial.
      abrazo!

  10. #19 por zambullida el diciembre 19, 2010 - 16:35

    Es muy divertido, sin duda, pero, al tiempo, atisbo una cierta tristeza. Tal vez sea cosa mía porque últimamente me he convertido en cazadora de esperanzas. Los personajes y la atmósfera están fantásticamente logrados y los diálogos son muy, muy buenos. Me encantan esas palabras argentinas que le dan un toque entrañable a la historia y que hacen, además, reír. Por otro lado, detrás de esta historia se esconde una reflexión muy profunda que le da a uno que pensar. Me ha encantado leerte.

    • #20 por g. el diciembre 22, 2010 - 0:23

      gracias zambullida y gracias por la visita. puede ser que algo haya de tristeza , y me alegra que te haya llevado a la reflexión.
      un abrazo!

  11. #21 por Juanjo Fernández el diciembre 19, 2010 - 17:01

    Hola Gabi:
    te dejo un enlace a mi aportación a la iniciativa de Anne.
    http://jofz.blogspot.com/
    Un cordial saludo
    Juanjo

    • #22 por g. el diciembre 22, 2010 - 0:23

      juanjo, me encantó tu visión fotográfica, es un aire nuevo entre tantas letras el relato con imágenes.
      abrazo,

  12. #23 por Claudia Ibañez el diciembre 20, 2010 - 12:26

    Per-fec-to!…no sé por qué a Cacho me lo imaginaba con la cara de Santoro (Osvaldo) y a Coca con la de mi tía «Chola»…Ay igualita, ni que la conocieras!….muy representativo de muchas navidades, como un cuadro pintado de lo que no suele aparecer como navidad típica. genial gabi! Me encantó! Un abrazo y Felicidades por ahí!

    • #24 por g. el diciembre 22, 2010 - 0:25

      gracias clau! a mi me parece una navidad más bien típica, no son pocas las familias que terminan de los pelos el 24 a la noche. si tu tia chola es igual a coca, pobre del cacho que le toco en suerte!
      un abrazo y felicidades!

  13. #25 por eduard el diciembre 22, 2010 - 18:21

    Sublime. Estupendo haberte leído. Superior. El uso que haces de las palabras, genial. El universo que escenificas, la descripción de los personajes. ESCRIBES con Mayúsculas.
    Y puestos a seguir magnificando, te deseo la mejor Navidad que hayas tenido. Felices Fiestas.

    LoCoDaTaR

    Abraçada i Salut

    • #26 por g. el diciembre 23, 2010 - 0:26

      gracias eduard. lo de ESCRIBIR con mayúsculas me queda enorme, pero es un excelente halago para mi ego. me alegra que lo hayas disfrutado, yo lo disfrute al escribirlo y creo que eso se nota.
      te deseo a vos también las mejores navidades y un año fabuloso (ya que magnificamos, je)
      abrazo!

  14. #27 por Ana Maria Cadavid el diciembre 22, 2010 - 18:35

    Me ha encantado leerte! largo y sin embargo estuve atenta, pendiente de Cacho y Coca, de sus peleas, de sus mundos. Los dialogos están perfectos, muy autenticos, los vi, los oi y me gusto mucho poder estar ahí. Felicitaciones por tu talento, que es obvio.
    Felices fiestas!!!!

    • #28 por g. el diciembre 23, 2010 - 0:27

      gracias ana maría, a veces las cosas salen mejor que otras y ese es el caso, como ya comente, disfrute mucho escribiendo este relato y dando a conocer estos personajes que quien sabe cuanto tiempo llevaban guardados en algun rincon de mi inconsciente.
      felicidades para vos y un abrazo,

  15. #29 por natt el diciembre 27, 2010 - 2:52

    mmm es raro. por que te lei una y otra vez en oblogo y la primera vez que paso por aqui.
    Me gusto muchisimo, aparte la forma de narrar y hacerme imaginar cada una de las situaciones como si fuera una pelicula. me encantó (del sentido de encantamiento… mágico)

    • #30 por g. el diciembre 27, 2010 - 17:18

      bienvenida natt, gracias por pasar, ojala te siga encantando (en el sentido mágico) lo que encuentres por acá.
      abrazo,